
El tranvía en Guadalajara
Una vez, después de mucho tiempo, vi a mi abuelo sentarse en un banco de madera que él mismo talló. - Nunca me había atrevido a hacerlo -me dijo mirándome a los ojos claos, como él me decía.
Yo no le dije nada, ya que era algo que, entonces no entendía y que tal véz, no me interesaba. Pero ahora, lo recuerdo, recuerdo a mi abuelo, sentado en su banco perfecto de madera, con la altura y comodidad exacta. Desde entonces, mi abuelo, cada día después de comer, se sentaba en su banco a contemplar la luz que caía cristalizada a través del filtro del jazmín.
Lo recuerdo, recuerdo esa sencillez, a la que no me atreví a mirar a los ojos, como mi abuelo hizo con migo.
Ahora, sólo puedo admirar, en el recuero, la sencillez de los paraísos perdidos.
Gracias Abuelo.
(Y gracias a Camus)
AleHermiMonelle