
Difícil dirimir con eternidades e infinitos:
para ello la lucidez de la palabra,
la humanidad de lo efímero.
Gabriel Barrón
La línea consta de un número infinito de puntos;
el plano, de un número infinito de líneas;
el volumen, de un número infinito de planos;
el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes...
NO,decididamente no es éste, more geometrico,
el mejor modo de iniciar mi relato.
Afirmar que es verídico es ahora una convención
de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.
(BORGES, 1984,110).
Hay una misteriosa semejanza entre la eternidad y el instante,
y es que ambos fracturan la distensión infinita de lo continuo.
La materia es la continuidad de lo exterior;
el espíritu, la continuidad de lo íntimo;
el espacio, la continuidad de lo extenso;
el tiempo la continuidad del movimiento (ARANA, 2000, 146).
Un día consta de un número infinito de instantes pero un instante es efímero gracias a que hay infinidad de instantes y eso hace posible la continuidad del tiempo. No podemos apartarnos ni deshacernos del eterno fluir del tiempo, del eterno movimiento, de los eternos instantes, del eterno recuerdo, del eterno ayer, ese eterno ayer del que no podemos apartar la vista porque todo lo cubre.
No podemos deshacernos de lo eterno ni de lo infinito, estamos en medio de dos espejos que esparcen la realidad, que hacen de ella un continuo pasado, al que podemos recurrir cada vez que la memoria nos falle, cada vez que queramos recordar quienes somos, que hemos hecho, porque lo que estamos creando no es el futuro, sino el pasado.
Pero qué pasa cuando esos espejos se quiebran frente a nuestros ojos, cuando esa visión infinita de nosotros, esa misma "eterna realidad objetiva" que estaba detrás de lo que creíamos que éramos, nos muestra la verdad, la verdad en infinitos trozos de realidad, la verdad refractada, no reflejada (¿o reflexionada?), podemos articular nuevas verdades, nuevos mundos, nuevos yos, nuevos otros.
Ese mundo "real" del que solemos escapar mediante la fantasía, mediante lo ficticio, no funciona para Borges, ni para Ribeyro (de este último, por lo menos en Una aventura nocturna y en Los roperos, los viejos y la muerte), ya que el mundo "real" también es ficticio, o lo ficticio se vuelve real o verdadero, esa verdad literaria que se vuelve la "precursora de la verdad ontológica o verdad sin más"(ARANA, 2000, 73).
"No sé si el 'verdadero' Guillermo Hoyo fue el hombre de viraza y de puñalada que describe Gutiérrez; sé que el Guillermo de Hoyo de Gutiérrez es verdadero" (BORGES, 1998, 278).
Ese mundo "real" del que solemos escapar mediante la fantasía, mediante lo ficticio, no funciona para Borges, ni para Ribeyro (de este último, por lo menos en Una aventura nocturna y en Los roperos, los viejos y la muerte), ya que el mundo "real" también es ficticio, o lo ficticio se vuelve real o verdadero, esa verdad literaria que se vuelve la "precursora de la verdad ontológica o verdad sin más"(ARANA, 2000, 73).
"No sé si el 'verdadero' Guillermo Hoyo fue el hombre de viraza y de puñalada que describe Gutiérrez; sé que el Guillermo de Hoyo de Gutiérrez es verdadero" (BORGES, 1998, 278).
En la eternidad y lo real o verdadero se unen, confluyen y fluyen, se ven a través de un prisma, aunque al principio parezca que se ve a través de un espejo, actividad contra pasividad. Lo estático contra el eterno fluir del tiempo, el eterno pasado, que vuelve una y otra vez.
BIBLIOGRAFÍA:
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges, Biblioteca Nueva: Madrid.
BORGES, Jorge Luis (1984) El libro de arena en El libro de arena. Plaza y Janés: Barcelona.
---------------------(1998) Textos cautivos. Alianza: Madrid.
BIBLIOGRAFÍA:
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges, Biblioteca Nueva: Madrid.
BORGES, Jorge Luis (1984) El libro de arena en El libro de arena. Plaza y Janés: Barcelona.
---------------------(1998) Textos cautivos. Alianza: Madrid.
AleHermiMonelle
