jueves, 12 de junio de 2008

ALETHEIA





... acaso sólo uno u otro regresaría a casa con la sensación de sufrir un tirón en los omóplatos [...]

En una tarde como esta algunos tienen serias dificultades a la hora de dormir: hasta las tres de la madrugada dan vueltas en la cama, insomnes por el hecho de no poder volar (Sloterdijk,2006:98).

'Vocablo, fuiste, al menos una vez, ave de presa, ave nocturna.

La aurora te encontró muerto. El folio es la implacable luz.'(Jabès,2006:663).


Quién no ha sentido esa sensación, esa que, cuando crees estar dormido, te hace saltar sobre la cama creyendo que vas a caer; o ha soñado que vuela, por gusto o por que no se tiene otra salida y hasta nos atrevemos a inventar técnicas de vuelo, y despertamos, a media madrugada con la sensación de no haber estado dormidos y con ganas de escribir esa experiencia, pero sin atreverse.
Es como la inmediatez de la que habla Colli, ya que es de la que no se puede decir nada, solo la podemos señalar con palabras ajenas o extrañas, que surge solo en la expresión, o sea, en la interpretación que se justifica por la persistencia de la memoria, y que nos deja con un asombro indescifrable y permanente. Un recuerdo que ha cambiado el sentido de las cosas una “expresión invertida”.

“...la noche es la madre de la ontología”(Sloterdijk, 2006:100).
“... la noche es el lugar del escritor” (Jabès,2006:235).

Es en la noche donde existimos, donde alcanzamos nuestra semilla, donde caemos sobre la cama por no poder volar. En la noche podemos escribir ese libro, el de nuestra memoria, aunque esté en un lugar más allá de la palabra, en el lugar donde ésta muere; y se nos muestren esas alas, esas palabras, cuyo origen está en el pasado, pero una vez ya dichas, escritas, se hace una hendidura y solo encontramos ausencia.

"La muerte tiene las alas replegadas de la palabra" (Jabès, 2006: 443)

La palabra escrita es intempestiva, está fuera del tiempo, es una transgresión mnemotécnica, ya que, la palabra fue hecha para escucharla, no para escribirla, es decir, el libro es el rechazo de la palabra, es una memoria abolida.

Cuando volamos en la noche como pájaros divinos, no sabemos de nosotros, pero cuando despertamos, en medio de la oscuridad, y aun nos sentimos confundidos, teniendo la sensación de caer de la cama, y sintiendo ese tirón en los omóplatos, ya hemos nacido, nos damos cuenta del mundo, tenemos una representación , un conocimiento, podemos llegar a esa pérdida del manantial de la vida, pero ya somos conocedores de algo de nuestra existencia (aunque seamos pájaros caídos), que “de no haberla conocido, haría de mi alguien inconsolable”.

Y puesto que nosotros somos también una representación, dice Colli, entonces, solo somos ese nexo, un elemento común en la serie de representaciones y ese conocimiento, es otra relación, la memoria y el tiempo, el pasado. Ya que, con las palabras, no se podría alcanzar la inmediatez, ese camino de la expresión es engañoso y lo inmediato se revelaría no en apariencia, sino como expresión y entre estas, se encuentra la aletheia, que es la que las encadena. Un quitar los velos que oscurecen el apreciar las cosas.

¿Es la aletheia la que nos muestra la verdad? Si fuéramos desde el inicio pájaros divinos, no voltearíamos hacia abajo, porque toda nuestra vida la vivimos en las alturas, sin saber nada más. En cambio, cuando brincamos (o caemos) sobre la cama y el insomnio nos hace sentir la imposibilidad de volar, se abre para nosotros otra posibilidad, el velo se hace a un lado y apreciamos las cosas de otra manera: “Y [así] tener conciencia de que así son las cosas es, ya, poseer una de las claves -la menos accesible- del libro” (Jabès, 2006. 662), por gusto o porque
no se tiene otra salida.




Ojalá que sea el coraje y la celebración quienes resguen el velo. Así conoceremos mejor, así seremos la intensidad más fuerte y el jalón en los omoplátos será mejor una palmada dada por sabe quién para mejor escuchar, mejor decir. Quien sabe, Alejandra, en una de esas amanecemos música.

Gabriel Barrón.



Bibliografía:

COLLI, Giorgio (1996): Filosofía de la expresión. España:Ediciones Siruela . Trad. Miguel Morey.
JABÈS, Edmond (2006): El libro de las preguntas. España: Ediciones Siruela. Trad. José Martín Arancibia y Julia Escobar. Pról. Francisco Jarauta.

SLOTERDIJK, Peter (2006): Venir al mundo, venir al lenguaje. España: Pre-Textos. Trad. Germán Cano.

LA HISTORIA DEL IMPERIO MÁS VASTO QUE JAMÁS EXISTIÓ




Kalpa Imperial
Angélica Gorodischer


a Angélica Gorodischer


La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... NO, decididamente no es éste, more geometrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico (BORGES, 1984,110).
Hay una misteriosa semejanza entre la eternidad y el instante, y es que ambos fracturan la distensión infinita de lo continuo. La materia es la continuidad de lo exterior; el espíritu, la continuidad de lo íntimo; el espacio, la continuidad de lo extenso; el tiempo la continuidad del movimiento (ARANA, 2000, 146).



Dijo en narrador: — Kalpa Imperial es la historia del Imperio más vasto que nunca existió, un Imperio que es destruido y levantado de sus propios escombros, donde los innumerables Emperadores de las innumerables Dinastías han hecho que le Imperio Kalpa nazca y renazca.

Los contadores de cuentos somos los encargados de perpetuar aún más la historia del Imperio y ahora les contaré, mis atentos señores, lo que sucede en este gran mundo.

Comenzaré con una pregunta ¿Ustedes saben lo que es un Kalpa? Si lo saben o no, no me contesten, que mi trabajo es preguntar y contestar.

Un kalpa es una medida de tiempo, como un año o una década o un siglo, solo que el kalpa es un nombre designado para marcar una gran cantidad de años, tantos que si no existiera ese nombre no se podrían contar. Imagínenseuna montaña de roca con unas medidas de 26 kilómetros de ancho, 26 de largo y 26 de alto. Tomamos un pequeño trozo de tela y la frotamos con él una vez cada 100 años. Cuando la montaña desaparezca desgastada, el kalpa terminará. Si acaso quieren saber cuántos Kalpas han transcurrido desde el inicio hasta hoy tienen que contar el número total de granos de arena de las profundidades del río Ganges, desde donde comienza hasta donde desemboca en el mar, incluso ese número será menor que el número de kalpas que ya han transcurrido.

Ahora ya saben o, por lo menos se dan una idea de lo vasta que es la historia del Imperio. Por esa causa una vida no sería suficiente para recorrerlo y mucho menos para conocer las historias y los nombres de los emperadores y dinastías que han pisado esta tierra, así como, las veces que se ha levantado de entre las cenizas.

Solo les puedo contar que hubo personajes que marcaron la historia de nuestro Imperio , como conspiradores y traidores, médicos, ladrones, niños y no podemos dejar de menicionar a las mujeres.

Nuestra historia, hablo de la del Imperio, no es una sola, sino que es una dentro de otra, hay tantas historias como arenas en las profundidades del río Ganges y el imperio — como dijo otro narrador— murió centenares de muertes, pero así como murió revivió. Vivió entre sinrazones, injusticias , arbitrariedades y el deseo de poder de los hombres que llegan hasta él (porque qué es lo que quieren los hombres con poder, más poder) pero también entre esperanza, la esperanza de volver a empezar, en un día o en un instante, aunque un día conste de un número infinito de instantes pero, un instante es efímero gracias a que hay infinidad de instantes y eso hace posible la continuidad del tiempo. No podemos apartarnos ni deshacernos del eterno fluir del tiempo, del eterno movimiento, de los eternos instantes, del eterno recuerdo, del eterno ayer, ese eterno ayer del que no podemos apartar la vista porque todo lo cubre.

No podemos deshacernos de lo eterno ni de lo infinito, estamos en medio de dos espejos que esparcen la realidad, que hacen de ella un continuo pasado, al que podemos recurrir cada vez que la memoria nos falle, cada vez que queramos recordar quienes somos, que hemos hecho, porque lo que estamos creando no es el futuro, sino el pasado.
Pero qué pasa cuando esos espejos se quiebran frente a nuestros ojos, cuando esa visión infinita de nosotros, esa misma “eterna realidad objetiva” que estaba detrás de lo que creíamos que éramos, nos muestra la verdad, la verdad en infinitos trozos de realidad, la verdad refractada, no reflejada (¿o reflexionada?), podemos articular nuevas verdades, nuevos mundos, nuevos
yoes, nuevos otros.

En la eternidad, lo real o verdadero se unen, confluyen y fluyen, se ven a través de un prisma, aunque al principio parezca que se ve a través de un espejo, actividad contra pasividad. Lo estático contra el eterno fluir del tiempo.

La historia de Kalpa, señoras y señores, puede sonarles a fantasía, pero les aseguro que no lo es. Volteen a su alrededor y digan que es verdad y qué es fantasía, todo pasa en la realidad, todo es posible y lo es porque los hombres lo hacen posible. Podemos ser y hacer, nombrar para crear y callar para ver.

Eso es lo que hacen los sabios, mis atentos señores; sin embargo, los sabios solo viven para la sabiduría y no se percatan de que el saber y el callar son cosas peligrosas, aunque, también lo sean el saber y el hablar. Con esto se acordará del joven príncipe Livna'lams, ahora conocido como el hurón, quien después de saber de que su padre no era un tirano y que su tío era un haragán y su madre, la emperatriz, no era una dama, supo gobernar; sin embargo, quedó tan desilusionado que no quiso tener descendencia. Recordemos también al médico sabio que libró al imperio de un golpe de estado, gracias a que él conocía muy bien a los hombres; no podemos olvidar a nuestro último emperador, que de la gloria goce, Bibaraïn I, el flautista, que si no hubiera tenido la curiosidad de la sabiduría, pero no de quedarse con ella, sino de esparcirla entre sus súbditos, ninguno estuviéramos aquí, contando y escuchando estas historias, sino en el limbo. Recuerden que la ignorancia hace que nos mantengamos anestesiados y sucumbamos ante los que obtienen el poder. El que sabe de alguna manera es libre, aunque esto, como ya se habrán dado cuenta, también sea algo peligroso; pero no debemos temer a la libertad, tanto como a la ignorancia, qué sería del Imperio, sin los cuenta cuentos, que no dejamos que muera la historia, que no muera el conocimiento, que no muera la memoria, porque ya lo dijo otro narrador, Giorgi'ocolli: la memoria es conocimiento. Y si conocemos seremos libres. Bien dicen que no es lo mismo conocer el camino que andarlo, pero aunque se olvide el camino, siempre quedará la esperanza de volver a él.

Con esto, señoras y señores, terminamos el día de hoy. Vayan a sus casas, quítense las pantuflas, recuéstense en la cama y no olviden.



BIBLIOGRAFÍA:
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges. Biblioteca Nueva: Madrid.


BORGES, Jorge Luis (1984) El libro de arena en El libro de arena. Plaza y Janés: Barcelona.





AleHermiMonelle

Enrique González Martínez: Fin del Modernismo e inicio de una poética del siglo XX



...si hay algo que no somos es hojas en blanco.
(SLOTERDIJK, 2006, 19)
Tú eres el que escribe y es escrito
(JABÈS, 1963, 27)



Cuando se escucha la palabra poesía llegan a la mente nombres como Baudelaire, Rimbaud o Aragon; cuando se habla de poesía hispanoamericana, se escuchan nombres como Pablo Neruda , Octavio Paz cuando hablamos de poesía mexicana y cuando hablamos de poesía Jalisciense no podemos dejar de nombrar a Enrique González Martínez (1871-1952), un joven tapatío con título de médico cirujano y partero, con vocación de poeta.
Enrique toma como primeras influencias a Salvador Díaz Mirón y Joaquín Arcadio Pegaza, dos de los poetas, precursores del modernismo, con más renombre en México. Él cultiva una poesía modernista al final del siglo XIX y con la entrada del nuevo siglo, entran nuevas verdades y las antiguas se derrumban, entra en el grupo de poetas que forma una nueva poética, la poética del ser mediante la literatura, de ser con y en ella.


PARA UN LIBRO
Quiero con mano firme y con aliento puro
escribir estos versos para un libro futuro:
Este libro es mi vida... No teme la mirada
aviesa de los hombres; no hay en sus hojas nada
que no sea la frágil urdimbre de otras vidas:
ímpetus y fervores, flaquezas y caídas.
La frase salta a veces palpitante y desnuda;
otras, con el ropaje del símbolo se escuda.
Aquel a quien extrañe
este pudor del símbolo, que no lo desentrañe.
Este libro no enseña, ni conforta, ni guía,
y la inquietud que se esconde es solamente mía;
mas en mis versos flota, diafanidad o arcano,
la vida, que es de todos. Quien lea, no se asombre
de hallar en mis poemas la integridad de un hombre,
sin nada que no sea profundamente humano.
(1991,182)



La poesía, decía Paul Celan, no se impone, se expone y es en este sentido en que González Martínez habla en su poema Para un libro. Si ha de exponer su poesía no es sino por el hecho de que la hace una analogía de la existencia, su existencia como un libro, como literatura.
Exponernos y exponer nuestra literatura con un texto existencial (entiéndase existencial no en el sentido rígido filosófico), ya que, desde las primeras líneas del libro de nuestra vida, el texto se materializa y como dice Sloterdijk: “si hay algo que no somos es hojas en blanco”. Esas hojas que muestran, exponen ante todos la integridad de un hombre sin nada que no sea profundamente humano, los ímpetus, las caídas, en fin, exponen la vida.
La poética del ser y exponerse mediante la literatura, muestra que al escribir un poema, no solo exponemos imágenes o metáforas, sino la vida, la propia vida que se ha estado escribiendo desde la primera vez que escribimos nuestro nombre en el cuaderno de trabajos del Kindergarten.
No solo podemos relacionar a Martínez González con la poética de Paul Celan o Peter Sloterdijk, sino también con otro poeta mexicano del siglo XX, Octavio Paz:



HERMANDAD
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
(1991,334)



El hombre es poeta, es escritura, se da cuenta que vive en la literatura y para la literatura, podemos encontrar a un yo o a una infinita posibilidad del yo en ese libro que se escribe y reescribe y que da cuenta de uno mismo, se asoma la identidad del hombre.
En esa representación o exposición se aclara una visión del pasado, hay una documentación del paso de lo permanente, que es señalada por la poesía. El hombre es un pergamino en el que se escribe la crónica de la vida, en esas hojas que al principio eran blancas y un día, se escriben y se hacen escribientes.
Pero ¿cómo es que esas hojas se hacen escribientes? Lo que hace escribir es esa marca existencial, o sea, la vida. Allí donde se encuentra esa marca deviene el arte, el arte expuesto a las antiguas marcas, con las cuales se obtiene libertad de “ese” el que somos.
Mediante el libro accedemos a la vida, la vida que se vuelve el libro de la memoria, ese que empieza con la palabra y termina con la muerte, pero la poesía que ha sido expuesta lo perpetuará, dejará de ser materia y será sustancia, eso que permanece en algo que cambia y dice:



ME ABRAZARÉ A LA VIDA
[...]
Y una tarde de tantas, mientras caigan los rojos
cendales de un crepúsculo, se cerrará mis ojos.
Y me hundiré en el sueño inefable y profundo,
para los hombres muerto, y vivo para el mundo.
(GONZÁLEZ,1971,114)
Dejar de ser hoja escrita y ser hoja en blanco, volver al origen.
PÁGINA EN BLANCO
[...]
De esta vida de ensueño, de este mundo en que [me arranco
la visión de mis ojos, la canción de mi oído,
quedarán solamente un laúd sin sonido,
un espíritu en sombras y una página en blanco.
(GONZÁLEZ,1971,178)



La nueva poética de la que nos ha dejado la marca Enríque González Martínez, es la poética del ser con la literatura, exponerse para que así, lo único que quede en blanco sea la página de la muerte, del fin, el epílogo de la vida.
Pero no podemos ser una página en blanco, porque nunca lo hemos sido. Si nuestro mundo empieza cuando empieza nuestra palabra, sería lógico que ese mundo terminara cuando ya no tenemos palabra, sin embargo, ya hemos expuesto ese mundo y hemos dejado la huella, como un tatuaje. Ya nunca podremos ser hojas en blanco. La página inicial del libro de nuestra vida tiene que ser marcada, ya que puede ser invisible, sin embargo, la página final no puede ser señalada, ya que, el tatuaje ha quedado indeleble.





BIBLIOGRAFÍA:
DOS SIGLOS DE POESÍA MEXICANA, Del XIX al fin de milenio: Una antología (2001), Selección y Prólogo de Juan Domingo Argüelles, de. Océano.

GONZÁLEZ Martínez, Enrique (1971), Obras Completas,Edición, Prólogo y notas, Antonio Castro Leal, El Colegio Nacional.

JABÈS, Edmond (1963) El libro de las preguntas, Prólogo Francisco Jarauta, Siruela.

SLOTERDIJK, Peter (2006) Venir al mundo, venir al lenguaje. Lecciones de Frankfurt, Traducción Germán Cano, Pre-textos.