martes, 6 de mayo de 2008

identidad Hispanoamericana


Independiente siempre, aislado nunca.
Emilio Visconti Ventosa


Siempre que se busca una definición de Literatura Hispanoamericana se explica que dicha literatura es la que proviene de cualquiera de los veintiún países (en algunas fuentes 19) que heredaron, a raíz de la conquista española en América, la lengua castellana.
Si bien esta definición ayuda a ubicarnos, nos brinda una idea incompleta de la literatura hecha en Hispanoamérica, se tendría que agregar a la definición características de cada uno de los países que conforman dicho espacio, ya que, si bien se comparte una lengua, con sus respectivos dialectos, se tiene una diversidad desde el aspecto histórico, como el cultural, físico, geográfico,etc., lo que hace que la Literatura Hispanoamericana sea, con una misma lengua, una serie de elementos que contienen peculiaridades regionales.
Algunos autores como George Robert Coulthard, señalan que no habría aportes indígenas a la literatura sin la intervención del español, ya que algunos pueblos aborígenes no contaban con un alfabeto, descalificando así la tradición oral y los códices, que si bien, estos últimos, eran representaciones pictográficas, daban cuenta de acontecimientos, tradiciones, asuntos religiosos, etc. que forman parte del arte prehispánico y que, no obstante, de no estar presentes mediante caracteres alfabéticos no carecen de valor artístico o literario, ya que dan fe de la época y de las circunstancias en las que se vivía. Lo mismo sucede con la tradición oral, ya que al no tenerse una lengua escrita, significaba una parte fundamental para mantener las tradiciones, las leyendas, en pocas palabras literatura e historia oral.
Otros autores como Jean Franco, en la Historia de la Literatura Hispanoamericana1 señala que la preservación de las las lenguas indígenas permitió que las costumbres, relatos y canciones populares sobrevivieran, aunque la mayoría de los códices hayan sino destruidos por los conquistadores.
Aunque Jean Franco, no señala a dichos relatos, canciones y costumbres como literatura, no descalifica la tradición oral y mucho menos trata de devaluar las lenguas indígenas, todo lo contrario, nos hace ver la importancia que tienen al preservar el testimonio de las civilizaciones americanas antiguas.
Volviendo a Coulthard señala así mismo que las culturas que tuvieron lengua escrita, como los mayas y aztecas, corrieron con más suerte, ya que, gracias a que religiosos enseñaron el alfabeto latino a nativos, se pudo conservar la historia y cultura indígena.
Y con esto empieza todo, con un ir y venir a la historia prehispánica, la conquista, la colonia, la independencia y hasta nuestros días, ese vaivén a los recuerdos, para poder llegar a ningún lugar, al todo y al vacío ¿ Buscar una respuesta en el pasado prehispánico o en el colonial? ¿De qué lado hacerse? No somos ni indígenas ni españoles, ni conquistadores ni conquistados ¿Somos americanos, hispanoamericanos, mexicanos, chilenos, cubanos...? En eso se nos ha ido la vida, en buscarnos una identidad.
Primero tratamos de cortar el cordón umbilical de España y con la invasión francesa y la derrota del rey nos sentimos con la madurez suficiente para cortar el cordón y ser independientes. España ya no representaría ni el yugo ni la influencia, y se mira hacia otro lado, pero se le da la vuelta a las corrientes artísticas europeas dándoles el toque “americano”, hablamos de lo que tenemos en América, de lo que tenemos al alcance.
Después ya no nos importa Europa, sino “nuestro pasado indígena” y volvemos la vista a la tierra, al campo, a la selva, a la musicalidad del lenguaje a “nuestro exotismo”, tratamos de darnos identidad mediante la Literatura y esta a través del lenguaje, somos Hispanoamericanos porque escribimos en español, pero también indígena porque añado indigenismos a esa lengua heredada.
Ver hacia atrás está bien, ya que, no nacimos de espaldas, pero no hay que quedarnos en el pasado, aunque es complicado, las raíces se abrazan mientras las ramas se pelean, nosotros somos una hoja, somos parte del árbol, de la rama y de la raíz, pero queremos ser a su vez rama y raíz, ser una amalgama, una amalgama que es dificil de conseguir por querer hacerse de cosas de distinta naturaleza, podemos ser iguales, pero no lo mismo.
Esto me recuerda una frase que escuché en un noticiero radiofónico, decía: " Europa, la diversidad es nuestra identidad". Creo que no solamente Europa puede decir que esta frase le queda como anillo al dedo, los que vivmos del lado hispanoamericano somos expertos en diversidad, en todos los aspectos, y si los europeos pueden aceptar de una vez por todas esa diversidad a la que tanto se habían negado, porque no hacerlo nosotros, los expertos... porque es muy complicado, el mundo se mueve y la mentalidad también, tratamos de buscar una identidad bajo esos términos, logrando ser libres de yugos (intelectuales y físicos).
Creo que la búsqueda de la identidad seguirá y seguirá, ya que debemos tener una certeza de quiénes somos, sin embargo todo cambia, todo muda, tod gira y cuando se nos presenta una oportunidad de cambiar, hay que hacerlo, sin estar esclavizado a una identidad, y sobre todo a una de la que no estamos seguros.
1Franco, Jean (2001). Historia de la Literatura Hispanoamericana. Ariel. P.15.