

Kalpa Imperial
Angélica Gorodischer
a Angélica Gorodischer
La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... NO, decididamente no es éste, more geometrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico (BORGES, 1984,110).
Hay una misteriosa semejanza entre la eternidad y el instante, y es que ambos fracturan la distensión infinita de lo continuo. La materia es la continuidad de lo exterior; el espíritu, la continuidad de lo íntimo; el espacio, la continuidad de lo extenso; el tiempo la continuidad del movimiento (ARANA, 2000, 146).
Dijo en narrador: — Kalpa Imperial es la historia del Imperio más vasto que nunca existió, un Imperio que es destruido y levantado de sus propios escombros, donde los innumerables Emperadores de las innumerables Dinastías han hecho que le Imperio Kalpa nazca y renazca.
Los contadores de cuentos somos los encargados de perpetuar aún más la historia del Imperio y ahora les contaré, mis atentos señores, lo que sucede en este gran mundo.
Comenzaré con una pregunta ¿Ustedes saben lo que es un Kalpa? Si lo saben o no, no me contesten, que mi trabajo es preguntar y contestar.
Un kalpa es una medida de tiempo, como un año o una década o un siglo, solo que el kalpa es un nombre designado para marcar una gran cantidad de años, tantos que si no existiera ese nombre no se podrían contar. Imagínenseuna montaña de roca con unas medidas de 26 kilómetros de ancho, 26 de largo y 26 de alto. Tomamos un pequeño trozo de tela y la frotamos con él una vez cada 100 años. Cuando la montaña desaparezca desgastada, el kalpa terminará. Si acaso quieren saber cuántos Kalpas han transcurrido desde el inicio hasta hoy tienen que contar el número total de granos de arena de las profundidades del río Ganges, desde donde comienza hasta donde desemboca en el mar, incluso ese número será menor que el número de kalpas que ya han transcurrido.
Ahora ya saben o, por lo menos se dan una idea de lo vasta que es la historia del Imperio. Por esa causa una vida no sería suficiente para recorrerlo y mucho menos para conocer las historias y los nombres de los emperadores y dinastías que han pisado esta tierra, así como, las veces que se ha levantado de entre las cenizas.
Solo les puedo contar que hubo personajes que marcaron la historia de nuestro Imperio , como conspiradores y traidores, médicos, ladrones, niños y no podemos dejar de menicionar a las mujeres.
Nuestra historia, hablo de la del Imperio, no es una sola, sino que es una dentro de otra, hay tantas historias como arenas en las profundidades del río Ganges y el imperio — como dijo otro narrador— murió centenares de muertes, pero así como murió revivió. Vivió entre sinrazones, injusticias , arbitrariedades y el deseo de poder de los hombres que llegan hasta él (porque qué es lo que quieren los hombres con poder, más poder) pero también entre esperanza, la esperanza de volver a empezar, en un día o en un instante, aunque un día conste de un número infinito de instantes pero, un instante es efímero gracias a que hay infinidad de instantes y eso hace posible la continuidad del tiempo. No podemos apartarnos ni deshacernos del eterno fluir del tiempo, del eterno movimiento, de los eternos instantes, del eterno recuerdo, del eterno ayer, ese eterno ayer del que no podemos apartar la vista porque todo lo cubre.
No podemos deshacernos de lo eterno ni de lo infinito, estamos en medio de dos espejos que esparcen la realidad, que hacen de ella un continuo pasado, al que podemos recurrir cada vez que la memoria nos falle, cada vez que queramos recordar quienes somos, que hemos hecho, porque lo que estamos creando no es el futuro, sino el pasado.
Pero qué pasa cuando esos espejos se quiebran frente a nuestros ojos, cuando esa visión infinita de nosotros, esa misma “eterna realidad objetiva” que estaba detrás de lo que creíamos que éramos, nos muestra la verdad, la verdad en infinitos trozos de realidad, la verdad refractada, no reflejada (¿o reflexionada?), podemos articular nuevas verdades, nuevos mundos, nuevos
yoes, nuevos otros.
Pero qué pasa cuando esos espejos se quiebran frente a nuestros ojos, cuando esa visión infinita de nosotros, esa misma “eterna realidad objetiva” que estaba detrás de lo que creíamos que éramos, nos muestra la verdad, la verdad en infinitos trozos de realidad, la verdad refractada, no reflejada (¿o reflexionada?), podemos articular nuevas verdades, nuevos mundos, nuevos
yoes, nuevos otros.
En la eternidad, lo real o verdadero se unen, confluyen y fluyen, se ven a través de un prisma, aunque al principio parezca que se ve a través de un espejo, actividad contra pasividad. Lo estático contra el eterno fluir del tiempo.
La historia de Kalpa, señoras y señores, puede sonarles a fantasía, pero les aseguro que no lo es. Volteen a su alrededor y digan que es verdad y qué es fantasía, todo pasa en la realidad, todo es posible y lo es porque los hombres lo hacen posible. Podemos ser y hacer, nombrar para crear y callar para ver.
Eso es lo que hacen los sabios, mis atentos señores; sin embargo, los sabios solo viven para la sabiduría y no se percatan de que el saber y el callar son cosas peligrosas, aunque, también lo sean el saber y el hablar. Con esto se acordará del joven príncipe Livna'lams, ahora conocido como el hurón, quien después de saber de que su padre no era un tirano y que su tío era un haragán y su madre, la emperatriz, no era una dama, supo gobernar; sin embargo, quedó tan desilusionado que no quiso tener descendencia. Recordemos también al médico sabio que libró al imperio de un golpe de estado, gracias a que él conocía muy bien a los hombres; no podemos olvidar a nuestro último emperador, que de la gloria goce, Bibaraïn I, el flautista, que si no hubiera tenido la curiosidad de la sabiduría, pero no de quedarse con ella, sino de esparcirla entre sus súbditos, ninguno estuviéramos aquí, contando y escuchando estas historias, sino en el limbo. Recuerden que la ignorancia hace que nos mantengamos anestesiados y sucumbamos ante los que obtienen el poder. El que sabe de alguna manera es libre, aunque esto, como ya se habrán dado cuenta, también sea algo peligroso; pero no debemos temer a la libertad, tanto como a la ignorancia, qué sería del Imperio, sin los cuenta cuentos, que no dejamos que muera la historia, que no muera el conocimiento, que no muera la memoria, porque ya lo dijo otro narrador, Giorgi'ocolli: la memoria es conocimiento. Y si conocemos seremos libres. Bien dicen que no es lo mismo conocer el camino que andarlo, pero aunque se olvide el camino, siempre quedará la esperanza de volver a él.
Con esto, señoras y señores, terminamos el día de hoy. Vayan a sus casas, quítense las pantuflas, recuéstense en la cama y no olviden.
BIBLIOGRAFÍA:
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges. Biblioteca Nueva: Madrid.
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges. Biblioteca Nueva: Madrid.
BORGES, Jorge Luis (1984) El libro de arena en El libro de arena. Plaza y Janés: Barcelona.
AleHermiMonelle

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