jueves, 29 de enero de 2009

Burocracia



L l l e e e e ennntameeeennnteeeee. Por fin vuelvo a escribir, a veces me siento como un burócrata, tratando de hacer tiempo, porque siento que se me muere, se me va...... y trato de retenerlo y con ello lo pierdo mas.
Por fin me doi cuenta de que no puedo escapar del tiempo y de las palabras que ahora brotan de mis manos (que creía inertes) como de un manantial.



Continuarà.........

jueves, 12 de junio de 2008

ALETHEIA





... acaso sólo uno u otro regresaría a casa con la sensación de sufrir un tirón en los omóplatos [...]

En una tarde como esta algunos tienen serias dificultades a la hora de dormir: hasta las tres de la madrugada dan vueltas en la cama, insomnes por el hecho de no poder volar (Sloterdijk,2006:98).

'Vocablo, fuiste, al menos una vez, ave de presa, ave nocturna.

La aurora te encontró muerto. El folio es la implacable luz.'(Jabès,2006:663).


Quién no ha sentido esa sensación, esa que, cuando crees estar dormido, te hace saltar sobre la cama creyendo que vas a caer; o ha soñado que vuela, por gusto o por que no se tiene otra salida y hasta nos atrevemos a inventar técnicas de vuelo, y despertamos, a media madrugada con la sensación de no haber estado dormidos y con ganas de escribir esa experiencia, pero sin atreverse.
Es como la inmediatez de la que habla Colli, ya que es de la que no se puede decir nada, solo la podemos señalar con palabras ajenas o extrañas, que surge solo en la expresión, o sea, en la interpretación que se justifica por la persistencia de la memoria, y que nos deja con un asombro indescifrable y permanente. Un recuerdo que ha cambiado el sentido de las cosas una “expresión invertida”.

“...la noche es la madre de la ontología”(Sloterdijk, 2006:100).
“... la noche es el lugar del escritor” (Jabès,2006:235).

Es en la noche donde existimos, donde alcanzamos nuestra semilla, donde caemos sobre la cama por no poder volar. En la noche podemos escribir ese libro, el de nuestra memoria, aunque esté en un lugar más allá de la palabra, en el lugar donde ésta muere; y se nos muestren esas alas, esas palabras, cuyo origen está en el pasado, pero una vez ya dichas, escritas, se hace una hendidura y solo encontramos ausencia.

"La muerte tiene las alas replegadas de la palabra" (Jabès, 2006: 443)

La palabra escrita es intempestiva, está fuera del tiempo, es una transgresión mnemotécnica, ya que, la palabra fue hecha para escucharla, no para escribirla, es decir, el libro es el rechazo de la palabra, es una memoria abolida.

Cuando volamos en la noche como pájaros divinos, no sabemos de nosotros, pero cuando despertamos, en medio de la oscuridad, y aun nos sentimos confundidos, teniendo la sensación de caer de la cama, y sintiendo ese tirón en los omóplatos, ya hemos nacido, nos damos cuenta del mundo, tenemos una representación , un conocimiento, podemos llegar a esa pérdida del manantial de la vida, pero ya somos conocedores de algo de nuestra existencia (aunque seamos pájaros caídos), que “de no haberla conocido, haría de mi alguien inconsolable”.

Y puesto que nosotros somos también una representación, dice Colli, entonces, solo somos ese nexo, un elemento común en la serie de representaciones y ese conocimiento, es otra relación, la memoria y el tiempo, el pasado. Ya que, con las palabras, no se podría alcanzar la inmediatez, ese camino de la expresión es engañoso y lo inmediato se revelaría no en apariencia, sino como expresión y entre estas, se encuentra la aletheia, que es la que las encadena. Un quitar los velos que oscurecen el apreciar las cosas.

¿Es la aletheia la que nos muestra la verdad? Si fuéramos desde el inicio pájaros divinos, no voltearíamos hacia abajo, porque toda nuestra vida la vivimos en las alturas, sin saber nada más. En cambio, cuando brincamos (o caemos) sobre la cama y el insomnio nos hace sentir la imposibilidad de volar, se abre para nosotros otra posibilidad, el velo se hace a un lado y apreciamos las cosas de otra manera: “Y [así] tener conciencia de que así son las cosas es, ya, poseer una de las claves -la menos accesible- del libro” (Jabès, 2006. 662), por gusto o porque
no se tiene otra salida.




Ojalá que sea el coraje y la celebración quienes resguen el velo. Así conoceremos mejor, así seremos la intensidad más fuerte y el jalón en los omoplátos será mejor una palmada dada por sabe quién para mejor escuchar, mejor decir. Quien sabe, Alejandra, en una de esas amanecemos música.

Gabriel Barrón.



Bibliografía:

COLLI, Giorgio (1996): Filosofía de la expresión. España:Ediciones Siruela . Trad. Miguel Morey.
JABÈS, Edmond (2006): El libro de las preguntas. España: Ediciones Siruela. Trad. José Martín Arancibia y Julia Escobar. Pról. Francisco Jarauta.

SLOTERDIJK, Peter (2006): Venir al mundo, venir al lenguaje. España: Pre-Textos. Trad. Germán Cano.

LA HISTORIA DEL IMPERIO MÁS VASTO QUE JAMÁS EXISTIÓ




Kalpa Imperial
Angélica Gorodischer


a Angélica Gorodischer


La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... NO, decididamente no es éste, more geometrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico (BORGES, 1984,110).
Hay una misteriosa semejanza entre la eternidad y el instante, y es que ambos fracturan la distensión infinita de lo continuo. La materia es la continuidad de lo exterior; el espíritu, la continuidad de lo íntimo; el espacio, la continuidad de lo extenso; el tiempo la continuidad del movimiento (ARANA, 2000, 146).



Dijo en narrador: — Kalpa Imperial es la historia del Imperio más vasto que nunca existió, un Imperio que es destruido y levantado de sus propios escombros, donde los innumerables Emperadores de las innumerables Dinastías han hecho que le Imperio Kalpa nazca y renazca.

Los contadores de cuentos somos los encargados de perpetuar aún más la historia del Imperio y ahora les contaré, mis atentos señores, lo que sucede en este gran mundo.

Comenzaré con una pregunta ¿Ustedes saben lo que es un Kalpa? Si lo saben o no, no me contesten, que mi trabajo es preguntar y contestar.

Un kalpa es una medida de tiempo, como un año o una década o un siglo, solo que el kalpa es un nombre designado para marcar una gran cantidad de años, tantos que si no existiera ese nombre no se podrían contar. Imagínenseuna montaña de roca con unas medidas de 26 kilómetros de ancho, 26 de largo y 26 de alto. Tomamos un pequeño trozo de tela y la frotamos con él una vez cada 100 años. Cuando la montaña desaparezca desgastada, el kalpa terminará. Si acaso quieren saber cuántos Kalpas han transcurrido desde el inicio hasta hoy tienen que contar el número total de granos de arena de las profundidades del río Ganges, desde donde comienza hasta donde desemboca en el mar, incluso ese número será menor que el número de kalpas que ya han transcurrido.

Ahora ya saben o, por lo menos se dan una idea de lo vasta que es la historia del Imperio. Por esa causa una vida no sería suficiente para recorrerlo y mucho menos para conocer las historias y los nombres de los emperadores y dinastías que han pisado esta tierra, así como, las veces que se ha levantado de entre las cenizas.

Solo les puedo contar que hubo personajes que marcaron la historia de nuestro Imperio , como conspiradores y traidores, médicos, ladrones, niños y no podemos dejar de menicionar a las mujeres.

Nuestra historia, hablo de la del Imperio, no es una sola, sino que es una dentro de otra, hay tantas historias como arenas en las profundidades del río Ganges y el imperio — como dijo otro narrador— murió centenares de muertes, pero así como murió revivió. Vivió entre sinrazones, injusticias , arbitrariedades y el deseo de poder de los hombres que llegan hasta él (porque qué es lo que quieren los hombres con poder, más poder) pero también entre esperanza, la esperanza de volver a empezar, en un día o en un instante, aunque un día conste de un número infinito de instantes pero, un instante es efímero gracias a que hay infinidad de instantes y eso hace posible la continuidad del tiempo. No podemos apartarnos ni deshacernos del eterno fluir del tiempo, del eterno movimiento, de los eternos instantes, del eterno recuerdo, del eterno ayer, ese eterno ayer del que no podemos apartar la vista porque todo lo cubre.

No podemos deshacernos de lo eterno ni de lo infinito, estamos en medio de dos espejos que esparcen la realidad, que hacen de ella un continuo pasado, al que podemos recurrir cada vez que la memoria nos falle, cada vez que queramos recordar quienes somos, que hemos hecho, porque lo que estamos creando no es el futuro, sino el pasado.
Pero qué pasa cuando esos espejos se quiebran frente a nuestros ojos, cuando esa visión infinita de nosotros, esa misma “eterna realidad objetiva” que estaba detrás de lo que creíamos que éramos, nos muestra la verdad, la verdad en infinitos trozos de realidad, la verdad refractada, no reflejada (¿o reflexionada?), podemos articular nuevas verdades, nuevos mundos, nuevos
yoes, nuevos otros.

En la eternidad, lo real o verdadero se unen, confluyen y fluyen, se ven a través de un prisma, aunque al principio parezca que se ve a través de un espejo, actividad contra pasividad. Lo estático contra el eterno fluir del tiempo.

La historia de Kalpa, señoras y señores, puede sonarles a fantasía, pero les aseguro que no lo es. Volteen a su alrededor y digan que es verdad y qué es fantasía, todo pasa en la realidad, todo es posible y lo es porque los hombres lo hacen posible. Podemos ser y hacer, nombrar para crear y callar para ver.

Eso es lo que hacen los sabios, mis atentos señores; sin embargo, los sabios solo viven para la sabiduría y no se percatan de que el saber y el callar son cosas peligrosas, aunque, también lo sean el saber y el hablar. Con esto se acordará del joven príncipe Livna'lams, ahora conocido como el hurón, quien después de saber de que su padre no era un tirano y que su tío era un haragán y su madre, la emperatriz, no era una dama, supo gobernar; sin embargo, quedó tan desilusionado que no quiso tener descendencia. Recordemos también al médico sabio que libró al imperio de un golpe de estado, gracias a que él conocía muy bien a los hombres; no podemos olvidar a nuestro último emperador, que de la gloria goce, Bibaraïn I, el flautista, que si no hubiera tenido la curiosidad de la sabiduría, pero no de quedarse con ella, sino de esparcirla entre sus súbditos, ninguno estuviéramos aquí, contando y escuchando estas historias, sino en el limbo. Recuerden que la ignorancia hace que nos mantengamos anestesiados y sucumbamos ante los que obtienen el poder. El que sabe de alguna manera es libre, aunque esto, como ya se habrán dado cuenta, también sea algo peligroso; pero no debemos temer a la libertad, tanto como a la ignorancia, qué sería del Imperio, sin los cuenta cuentos, que no dejamos que muera la historia, que no muera el conocimiento, que no muera la memoria, porque ya lo dijo otro narrador, Giorgi'ocolli: la memoria es conocimiento. Y si conocemos seremos libres. Bien dicen que no es lo mismo conocer el camino que andarlo, pero aunque se olvide el camino, siempre quedará la esperanza de volver a él.

Con esto, señoras y señores, terminamos el día de hoy. Vayan a sus casas, quítense las pantuflas, recuéstense en la cama y no olviden.



BIBLIOGRAFÍA:
ARANA, Juan (2000) La eternidad de lo efímero. Ensayos sobre Jorge Luis Borges. Biblioteca Nueva: Madrid.


BORGES, Jorge Luis (1984) El libro de arena en El libro de arena. Plaza y Janés: Barcelona.





AleHermiMonelle

Enrique González Martínez: Fin del Modernismo e inicio de una poética del siglo XX



...si hay algo que no somos es hojas en blanco.
(SLOTERDIJK, 2006, 19)
Tú eres el que escribe y es escrito
(JABÈS, 1963, 27)



Cuando se escucha la palabra poesía llegan a la mente nombres como Baudelaire, Rimbaud o Aragon; cuando se habla de poesía hispanoamericana, se escuchan nombres como Pablo Neruda , Octavio Paz cuando hablamos de poesía mexicana y cuando hablamos de poesía Jalisciense no podemos dejar de nombrar a Enrique González Martínez (1871-1952), un joven tapatío con título de médico cirujano y partero, con vocación de poeta.
Enrique toma como primeras influencias a Salvador Díaz Mirón y Joaquín Arcadio Pegaza, dos de los poetas, precursores del modernismo, con más renombre en México. Él cultiva una poesía modernista al final del siglo XIX y con la entrada del nuevo siglo, entran nuevas verdades y las antiguas se derrumban, entra en el grupo de poetas que forma una nueva poética, la poética del ser mediante la literatura, de ser con y en ella.


PARA UN LIBRO
Quiero con mano firme y con aliento puro
escribir estos versos para un libro futuro:
Este libro es mi vida... No teme la mirada
aviesa de los hombres; no hay en sus hojas nada
que no sea la frágil urdimbre de otras vidas:
ímpetus y fervores, flaquezas y caídas.
La frase salta a veces palpitante y desnuda;
otras, con el ropaje del símbolo se escuda.
Aquel a quien extrañe
este pudor del símbolo, que no lo desentrañe.
Este libro no enseña, ni conforta, ni guía,
y la inquietud que se esconde es solamente mía;
mas en mis versos flota, diafanidad o arcano,
la vida, que es de todos. Quien lea, no se asombre
de hallar en mis poemas la integridad de un hombre,
sin nada que no sea profundamente humano.
(1991,182)



La poesía, decía Paul Celan, no se impone, se expone y es en este sentido en que González Martínez habla en su poema Para un libro. Si ha de exponer su poesía no es sino por el hecho de que la hace una analogía de la existencia, su existencia como un libro, como literatura.
Exponernos y exponer nuestra literatura con un texto existencial (entiéndase existencial no en el sentido rígido filosófico), ya que, desde las primeras líneas del libro de nuestra vida, el texto se materializa y como dice Sloterdijk: “si hay algo que no somos es hojas en blanco”. Esas hojas que muestran, exponen ante todos la integridad de un hombre sin nada que no sea profundamente humano, los ímpetus, las caídas, en fin, exponen la vida.
La poética del ser y exponerse mediante la literatura, muestra que al escribir un poema, no solo exponemos imágenes o metáforas, sino la vida, la propia vida que se ha estado escribiendo desde la primera vez que escribimos nuestro nombre en el cuaderno de trabajos del Kindergarten.
No solo podemos relacionar a Martínez González con la poética de Paul Celan o Peter Sloterdijk, sino también con otro poeta mexicano del siglo XX, Octavio Paz:



HERMANDAD
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
(1991,334)



El hombre es poeta, es escritura, se da cuenta que vive en la literatura y para la literatura, podemos encontrar a un yo o a una infinita posibilidad del yo en ese libro que se escribe y reescribe y que da cuenta de uno mismo, se asoma la identidad del hombre.
En esa representación o exposición se aclara una visión del pasado, hay una documentación del paso de lo permanente, que es señalada por la poesía. El hombre es un pergamino en el que se escribe la crónica de la vida, en esas hojas que al principio eran blancas y un día, se escriben y se hacen escribientes.
Pero ¿cómo es que esas hojas se hacen escribientes? Lo que hace escribir es esa marca existencial, o sea, la vida. Allí donde se encuentra esa marca deviene el arte, el arte expuesto a las antiguas marcas, con las cuales se obtiene libertad de “ese” el que somos.
Mediante el libro accedemos a la vida, la vida que se vuelve el libro de la memoria, ese que empieza con la palabra y termina con la muerte, pero la poesía que ha sido expuesta lo perpetuará, dejará de ser materia y será sustancia, eso que permanece en algo que cambia y dice:



ME ABRAZARÉ A LA VIDA
[...]
Y una tarde de tantas, mientras caigan los rojos
cendales de un crepúsculo, se cerrará mis ojos.
Y me hundiré en el sueño inefable y profundo,
para los hombres muerto, y vivo para el mundo.
(GONZÁLEZ,1971,114)
Dejar de ser hoja escrita y ser hoja en blanco, volver al origen.
PÁGINA EN BLANCO
[...]
De esta vida de ensueño, de este mundo en que [me arranco
la visión de mis ojos, la canción de mi oído,
quedarán solamente un laúd sin sonido,
un espíritu en sombras y una página en blanco.
(GONZÁLEZ,1971,178)



La nueva poética de la que nos ha dejado la marca Enríque González Martínez, es la poética del ser con la literatura, exponerse para que así, lo único que quede en blanco sea la página de la muerte, del fin, el epílogo de la vida.
Pero no podemos ser una página en blanco, porque nunca lo hemos sido. Si nuestro mundo empieza cuando empieza nuestra palabra, sería lógico que ese mundo terminara cuando ya no tenemos palabra, sin embargo, ya hemos expuesto ese mundo y hemos dejado la huella, como un tatuaje. Ya nunca podremos ser hojas en blanco. La página inicial del libro de nuestra vida tiene que ser marcada, ya que puede ser invisible, sin embargo, la página final no puede ser señalada, ya que, el tatuaje ha quedado indeleble.





BIBLIOGRAFÍA:
DOS SIGLOS DE POESÍA MEXICANA, Del XIX al fin de milenio: Una antología (2001), Selección y Prólogo de Juan Domingo Argüelles, de. Océano.

GONZÁLEZ Martínez, Enrique (1971), Obras Completas,Edición, Prólogo y notas, Antonio Castro Leal, El Colegio Nacional.

JABÈS, Edmond (1963) El libro de las preguntas, Prólogo Francisco Jarauta, Siruela.

SLOTERDIJK, Peter (2006) Venir al mundo, venir al lenguaje. Lecciones de Frankfurt, Traducción Germán Cano, Pre-textos.

miércoles, 28 de mayo de 2008



El libro de la memoria II


El pasado tiene la voz de cada huella,

de cada caricia o herida que hemos dejado

en el suelo o alrededor, o que hacemos a un ser.
Edmond Jabès


¿Cuántas veces no habremos confundido la calle con nuestros pasos? Decía, y volteaba hacia atrás de reojo, con la cabeza al frente para que no notara que seguía viendo la calle, la que ya extrañaba, la que aun resuena en mis oídos y revolotea en mis ojos.
Me volví experta en banquetas y carriles, sabía, sin voltear, de dónde venía un carro... cuántas veces corrí por esa calle con un nombre que nunca olvidaré por ser una fecha especial marcada en el calendario.
Esa calle era una habitación y todas las habitaciones. Morada de niños juguetones, de risas y cantos.
Cuándo volveré a verte con los mismos ojos de niña. Hasta los colores cambiaron y mi sentido de orientación. Eres la misma y no te reconozco.
Eres tan pequeña que siento que ya no quepo en ti.
Hay muchas maneras de tomar conciencia de una calle. Yo, las practiqué todas: verla desde la ventana, aunque se fuera como el río, recorrerla en bicicleta o en patines, con los ojos vendados como gallinita ciega o desde la azotea lanzando globos al aire.
Ahora sé que era parte de ella y ella parte de mi. Cómo no lo supe antes, quizá la hubiera guardado en mi libro de la memoria y sacarla más a menudo, así todo sería diferente.

AleHermiMonelle


El libro de la memoria



Tú eres el que escribe y es escrito.
Edmond Jabès


-Y luego ¿Qué pasó?
-Abrí la puerta.
¿Qué estabas haciendo adentro?
-No recuerdo.
-¿Escuchabas algo?
-Sí, voces incomprensibles o irreconocibles, no recuerdo.

No sé de quienes eran. No sé que decían. Pero eran muchas,

y había risas y llantos. No sé.


Hoy, al tratar de despertar, o más bien resistiendo a no volver a dormir a causa del frío y, porqué no, del cansancio del día anterior todavía unido a mis pies, tomé valor y de un golpe quité la cobija azul, con nubes y borregos que me regaló Alondra y, al sentir el frío intenso que erizaba todo mi cuerpo, quise volver a dormir, pero el llamado de la naturaleza fue más fuerte y me dirigí hacia el baño. Crucé la sala y volteé, aún no se porqué razón, hacia la única pared rosa del cuarto y vi la fecha del calendario: 17 de noviembre, 45 días para el año nuevo.
Entré en el baño, me lavé la cara y ya con un poco de más lucidez a causa del agua fría, me di cuenta de que hoy no era 17 de noviembre, sino 19 y lo comprobé cuando salí, en el calendario ya decía: 19 de noviembre, 43 días para el año nuevo, no comprendí qué había ocurrido, hasta que escuché a mi mamá en la cocina y vi dos papelitos arrugados en el bote de la basura con los números 17 y 18.
De pronto, comencé a recordar el inició del semestre, las ansias que tenía de volver a ver a mis amigos, el nervio de las nuevas clases y los nuevos maestros y lo mejor, sus grandes ojos azules que me miraban por primera vez. Me vi de pronto como en el túnel del tiempo, como si en el transcurso de la cama al baño hubiesen pasado dos días y como si el semestre que casi terminaba hubiera pasado frente a mis ojos, siendo yo sólo una espectadora que va de su cama al baño.
Me sentí un poco frustrada, ya que el cansancio que sentía al levantarme seguía ahí, pero no me sentía como una persona que hubiera vivido todo lo que pasó. Aunque me sentía más vieja de pronto, no solamente por haberme dado cuenta de que el tiempo pasa, sino porque parecía que me habían robado dos días de mi vida y tenía la sensación de no poder recordar qué había sucedido en ese lapso de tiempo, las conversaciones, las caras, el camino de casa a la escuela, su andar armonioso y sus rizos que le caen en la frente; todo era ajeno, extraño, lejano, parecía como si un narrador extradiegético estuviera contando mi historia y, yo parada frente a esa pared rosa mirando el calendario, escuchara una lejana voz que narraba mi vida, la cual, de pronto, parecía más larga de lo que en realidad es.
Abrí la puerta.
Cuánto tiempo ha pasado. Ya es otro año. Pero esos dos días quedan detrás de la puerta. Hoy recuerdo muchas cosas y seguramente hay otras tantas que he olvidado, pero esos dos días quedan suspendidos, petrificados en el lado del cerebro que se encarga de la memoria.
Cuando un día abrí una puerta, mis recuerdos comenzaron a materializarse en palabras. Otro día abrí otra puerta y dos días desaparecieron.
Mi libro de la memoria perdió dos hojas, no sé si las encontraré, si lo hago las engraparé muy fuerte y serán una gran marca, de esas que ya no se olvidan, porque aunque el recuerdo no alcance para decir de dónde salió, esa marca habla de que has vivido, de que has sido escrito y de que has escrito algo en el libro de la memoria.


AleHermiMonelle

martes, 6 de mayo de 2008

identidad Hispanoamericana


Independiente siempre, aislado nunca.
Emilio Visconti Ventosa


Siempre que se busca una definición de Literatura Hispanoamericana se explica que dicha literatura es la que proviene de cualquiera de los veintiún países (en algunas fuentes 19) que heredaron, a raíz de la conquista española en América, la lengua castellana.
Si bien esta definición ayuda a ubicarnos, nos brinda una idea incompleta de la literatura hecha en Hispanoamérica, se tendría que agregar a la definición características de cada uno de los países que conforman dicho espacio, ya que, si bien se comparte una lengua, con sus respectivos dialectos, se tiene una diversidad desde el aspecto histórico, como el cultural, físico, geográfico,etc., lo que hace que la Literatura Hispanoamericana sea, con una misma lengua, una serie de elementos que contienen peculiaridades regionales.
Algunos autores como George Robert Coulthard, señalan que no habría aportes indígenas a la literatura sin la intervención del español, ya que algunos pueblos aborígenes no contaban con un alfabeto, descalificando así la tradición oral y los códices, que si bien, estos últimos, eran representaciones pictográficas, daban cuenta de acontecimientos, tradiciones, asuntos religiosos, etc. que forman parte del arte prehispánico y que, no obstante, de no estar presentes mediante caracteres alfabéticos no carecen de valor artístico o literario, ya que dan fe de la época y de las circunstancias en las que se vivía. Lo mismo sucede con la tradición oral, ya que al no tenerse una lengua escrita, significaba una parte fundamental para mantener las tradiciones, las leyendas, en pocas palabras literatura e historia oral.
Otros autores como Jean Franco, en la Historia de la Literatura Hispanoamericana1 señala que la preservación de las las lenguas indígenas permitió que las costumbres, relatos y canciones populares sobrevivieran, aunque la mayoría de los códices hayan sino destruidos por los conquistadores.
Aunque Jean Franco, no señala a dichos relatos, canciones y costumbres como literatura, no descalifica la tradición oral y mucho menos trata de devaluar las lenguas indígenas, todo lo contrario, nos hace ver la importancia que tienen al preservar el testimonio de las civilizaciones americanas antiguas.
Volviendo a Coulthard señala así mismo que las culturas que tuvieron lengua escrita, como los mayas y aztecas, corrieron con más suerte, ya que, gracias a que religiosos enseñaron el alfabeto latino a nativos, se pudo conservar la historia y cultura indígena.
Y con esto empieza todo, con un ir y venir a la historia prehispánica, la conquista, la colonia, la independencia y hasta nuestros días, ese vaivén a los recuerdos, para poder llegar a ningún lugar, al todo y al vacío ¿ Buscar una respuesta en el pasado prehispánico o en el colonial? ¿De qué lado hacerse? No somos ni indígenas ni españoles, ni conquistadores ni conquistados ¿Somos americanos, hispanoamericanos, mexicanos, chilenos, cubanos...? En eso se nos ha ido la vida, en buscarnos una identidad.
Primero tratamos de cortar el cordón umbilical de España y con la invasión francesa y la derrota del rey nos sentimos con la madurez suficiente para cortar el cordón y ser independientes. España ya no representaría ni el yugo ni la influencia, y se mira hacia otro lado, pero se le da la vuelta a las corrientes artísticas europeas dándoles el toque “americano”, hablamos de lo que tenemos en América, de lo que tenemos al alcance.
Después ya no nos importa Europa, sino “nuestro pasado indígena” y volvemos la vista a la tierra, al campo, a la selva, a la musicalidad del lenguaje a “nuestro exotismo”, tratamos de darnos identidad mediante la Literatura y esta a través del lenguaje, somos Hispanoamericanos porque escribimos en español, pero también indígena porque añado indigenismos a esa lengua heredada.
Ver hacia atrás está bien, ya que, no nacimos de espaldas, pero no hay que quedarnos en el pasado, aunque es complicado, las raíces se abrazan mientras las ramas se pelean, nosotros somos una hoja, somos parte del árbol, de la rama y de la raíz, pero queremos ser a su vez rama y raíz, ser una amalgama, una amalgama que es dificil de conseguir por querer hacerse de cosas de distinta naturaleza, podemos ser iguales, pero no lo mismo.
Esto me recuerda una frase que escuché en un noticiero radiofónico, decía: " Europa, la diversidad es nuestra identidad". Creo que no solamente Europa puede decir que esta frase le queda como anillo al dedo, los que vivmos del lado hispanoamericano somos expertos en diversidad, en todos los aspectos, y si los europeos pueden aceptar de una vez por todas esa diversidad a la que tanto se habían negado, porque no hacerlo nosotros, los expertos... porque es muy complicado, el mundo se mueve y la mentalidad también, tratamos de buscar una identidad bajo esos términos, logrando ser libres de yugos (intelectuales y físicos).
Creo que la búsqueda de la identidad seguirá y seguirá, ya que debemos tener una certeza de quiénes somos, sin embargo todo cambia, todo muda, tod gira y cuando se nos presenta una oportunidad de cambiar, hay que hacerlo, sin estar esclavizado a una identidad, y sobre todo a una de la que no estamos seguros.
1Franco, Jean (2001). Historia de la Literatura Hispanoamericana. Ariel. P.15.